El universo cosplay no siempre es del todo bien entendido por las personas más conservadoras e incluso jóvenes que pueden verse intimidados por lo que parece un club de fans un tanto excéntrico. No obstante, derribando este estereotipo a través de un mayor conocimiento, podemos encontrar un maravilloso mundo que da alas al ser creativo.
Este fenómeno, que según versiones, surgió en 1970 en los Comic Market de Japón ha ido incrementando su popularidad con el paso del tiempo hasta alcanzar el éxito mundial.
Hoy el cosplay (acrónimo inglés formado por “costume” y “play”) causa furor entre la generación millennial congregando en sus muchas convenciones a miles de jóvenes llegados de todas partes del globo terráqueo.
El verano es una época propicia para eventos y concursos de esta índole como así hemos visto en el pasado Comic-Con de San Diego o en el European Cosplay Gathering de París. No obstante, cada vez se promueven más los festivales a lo largo del año.
El cine, la literatura, el cómic o manga son referencias recurrentes para los participantes con deseos de deslumbrar. Como no podía ser de otra forma el personaje de Wonder Woman es la estrella de este año entre las mujeres, pero otros personajes icónicos como la Princesa Leia no pierden tirón.
Lejos del espectáculo que se despliega en estas convenciones, la realidad es más compleja que las simples apariencias. Más allá de lo frívolo o la puesta en escena, entre los jóvenes se respira un sano ambiente de curiosidad intelectual.
La nueva tendencia marca una fusión de los booktubers con el cosplay, donde los amantes de la literatura, seguidores de las sagas (Juego de Tronos, Harry Potter...), expresan sus preferencias literarias encarnando a sus personajes favoritos. Así, por ejemplo, lo demuestra Isa Cantos, más conocida por su canal ‘Crónicas de una Merodeadora’ donde combina su afición literaria con el cosplay.
A menudo los cosplayers son grandes tímidos, chicos afines a la cultura geek, que encuentran un vehículo de expresión para conectarse con otros que tienen intereses comunes. Detrás de la performance hay muchas horas de trabajo, diseño creativo y nuevas habilidades para confeccionar disfraces con sus propias manos.
Este es un universo que está en constante evolución y admite nuevas vertientes. Lo último es el "ishoku-hada" (異色 肌), algo así como “piel única” intentando emular los tonos de piel diferentes que se ven en los videojuegos, anime, películas…muy influenciado por los cómics americanos o artistas japoneses como Junko Mizuno.
La película Avatar marcó un antes y después con la pintura azul. Si se trata del rojo, el demonio de las almas Scanty Panty es una opción al alza. En cualquier caso existe una larga tradición de personajes coloridos.
De otro lado, para los más discretos que no quieren renunciar al cosplay hay otra tendencia cuya idea es referenciar a personajes de Disney con ropa del día a día e inspiración de colores y accesorios.
El Disneybounding, como así se llama, no pretende dar la réplica sino inspirar un ‘outfit’ con toques sutiles pero efectivos del universo Disney. Otra mirada al vestuario casual combinado con la fantasía.
Si pese a todo, tu recelo al “cosplay” es superior, siempre quedará la opinión de los psicólogos que se han atrevido a analizar este fenómeno. Un estudio anterior de las psicólogas Robin S. Rosenberg y Andrea M. Letamendi desmitificaba la idea de “vestirse de un personaje como síntoma de una enfermedad mental”, sino al contrario la validaron como una práctica saludable e inclusiva.
